
He decidido escribir para curar...
En realidad he decidido mostrar lo que escribo y así curar-me.
Desde niña he tenido cuadernitos con portadas de perritos, niños y pinturas famosasas en donde meto todo lo que mis fuerzas pueden: mis malos rollos y mis ilusiones, escritos y dibujos perturbantes y también alentadores.
Pero hasta ahora es que decido mostrarme, tal vez mi necesidad de sanación es más grande, o he perdido la vergüenza, o es que las posibilidades de exponerse son más amplias, en definitiva ya no soy la adolescente trastornada que escribía notas de amor que nunca llegarían a su destino o cartas suicidas que jamás saldrían a la luz.
Ahora es distinto, tengo muchas herramientas a mi alcance para nunca utilizar la navaja debajo de mi colchón...
¡OBVIO QUE NO TENGO UNA NAVAJA DEBAJO DEL COLCHÓN! Sólo quería darle saborcillo a todo esto.
Quiero sanar porque siento tristeza y felicidad, siento un dolorcito en el estómago pero también alivio en el pecho y la verdad es que quiero estar libre tanto de lo malo como de lo bueno. QUIERO ESTAR.
Pero no basta con que escriba así sin más. Lo que están leyendo es un experimento terapéutico. Yo necesito decir algo, tengo que escupir, igual que un gato, mi propia bola de pelos que de repente raspa. Así que de antemano les agradezco su tiempo y paciencia, porque créanme… necesitarán mucha paciencia.
Estas palabras plasmadas en la pantalla de mi computadora son sólo un vértice en el triángulo de mi salud mental, otro vértice soy yo obviamente y el tercero son ustedes: los que leen, o la idea de que alguien lee, porque podría pasar que nadie lo leyera, pero con el simple hecho de que yo fantasee con que alguien lo lee ya es suficiente… no... a ver... ya me revolví… no es suficiente, quiero que alguien lo lea, pero no sé si lo van a leer y de todas maneras escribo porque creo que alguien lo hará y eso es lo que más o menos completa mi triángulo de la salud mental. ¿Me explicooooo?
Porque sólo me puedo terapear cuando hay alguien del otro lado recibiendo toda mi caquita, seamos sinceros, así es como funciona. Uno se siente mejor en medida que el receptor esta conteniendo la mayor cantidad de mierda posible. Así que vuelvo a lo mismo, espero que todos ustedes tengan la intención de recibir un diluvio de excremento, porque eso es lo que tendrán, y ésa es la única manera en que podré sentirme mejor y seguir con mi vida.
Qué bien se siente hablar de cacas cuando uno está mal... o bien... que bien se siente hablar de cacas punto final, se siente maravillosamente siemmmmm-preeeeeee, ¿no es así?.
Es fácil y rápido.
Me acuerdo cuando tenía más o menos cinco años y mi amiga y yo habíamos inventado una canción, nos hacía sentir libres y lo máximo del universo: “Cáca, pédo, pí-pí… cáca, pédo, pí-pí”.
Hoy tengo treinta años y hablar de eses fecales sigue tienendo el mismo efecto en mí (un secreto: soy de esas personas que se siguen riendo si alguien se echa un pedo o habla repetidamente sobre este tema, aunque a veces me haga la adulta y persona seria, por dentro me estoy riendo). Además, ¿se han dado cuenta la gran cantidad de palabras que hay para denominar a la popó? Es maravilloso, simplemente espectacular.
Por eso les invito a aventar sus caquitas, verán lo maravilloso que es. Y les concedo este espacio para hacerlo, si lo quieren.
¡Aquí son bien recibidos sus deshechos!